Sin olvido, una sociedad que creció 30 años
Una vez, en el año 1981 aproximadamente, caminando por la avenida Independencia le pregunté a mi mamá -porque lo había escuchado en una canción-:
-¿qué es un senador?
Mi mamá me hizo callar y me dijo que me respondería en casa, que no siga hablando de eso en la calle.
Esa fue la primera experiencia de censura que tuve, a los 8 años; la primera noticia de estar viviendo en una dictadura.
Años después (1986), ya participando del centro de estudiantes, mis amigas me decían que me podía pasar algo malo, que no lo hiciera. Por suerte la democracia efectivamente estaba funcionando y sólo me buscaron para asustarme cuando me metí en los barrios carenciados a darles clases a los chicos pobres de abajo de la autopista.
En ese contexto escuché infinita cantidad de historias sobre gente golpeada hasta tener un tumor en un oido, vi brazos quemados por cigarrillos y supe de gente torturada y desaparecidos.
Ya pasaron treinta años y cada vez se escuchan menos de estas historias. En una sociedad acostumbrada a los ciclos anuales donde lo único que se soporta por tanto tiempo es el programa de Susana Gimenez y los almuerzos de Mirta Legrand, todo lo demás se gasta y no se soporta volver a oír viejas historias de cosas que "ya fueron".
Sin embargo, es importante que no transformemos la historia de la dictadura militar en otra fecha que la gente espera para irse de viaje por ser feriado.
Es importante que "Desaparecidos" no se transforme en una calle más como "San Martín" o "Belgrano".
Todo tuvo un sentido y debe tener uno nuevo ahora, de tal forma que los que vivieron y sufrieron las locuras de un poder desenfrenado puedan vivir en paz con sus malos recuerdos, que los que cometieron crímenes no vivan tranquilos sin admitirse culpables, y los que gobernarán y elegirán gobernantes en el futuro sepan qué cosas no se deben volver a repetir nunca más.
-¿qué es un senador?
Mi mamá me hizo callar y me dijo que me respondería en casa, que no siga hablando de eso en la calle.
Esa fue la primera experiencia de censura que tuve, a los 8 años; la primera noticia de estar viviendo en una dictadura.
Años después (1986), ya participando del centro de estudiantes, mis amigas me decían que me podía pasar algo malo, que no lo hiciera. Por suerte la democracia efectivamente estaba funcionando y sólo me buscaron para asustarme cuando me metí en los barrios carenciados a darles clases a los chicos pobres de abajo de la autopista.
En ese contexto escuché infinita cantidad de historias sobre gente golpeada hasta tener un tumor en un oido, vi brazos quemados por cigarrillos y supe de gente torturada y desaparecidos.
Ya pasaron treinta años y cada vez se escuchan menos de estas historias. En una sociedad acostumbrada a los ciclos anuales donde lo único que se soporta por tanto tiempo es el programa de Susana Gimenez y los almuerzos de Mirta Legrand, todo lo demás se gasta y no se soporta volver a oír viejas historias de cosas que "ya fueron".
Sin embargo, es importante que no transformemos la historia de la dictadura militar en otra fecha que la gente espera para irse de viaje por ser feriado.
Es importante que "Desaparecidos" no se transforme en una calle más como "San Martín" o "Belgrano".
Todo tuvo un sentido y debe tener uno nuevo ahora, de tal forma que los que vivieron y sufrieron las locuras de un poder desenfrenado puedan vivir en paz con sus malos recuerdos, que los que cometieron crímenes no vivan tranquilos sin admitirse culpables, y los que gobernarán y elegirán gobernantes en el futuro sepan qué cosas no se deben volver a repetir nunca más.
1 Comments:
Yo era chica. Nací en el ´70 y seis años después el gran silencio lleno de gritos que sólo parecían oír los que sabían.
Pero el miedo lo recuerdo. El miedo de hablar con gente desconocida, de abrir la puerta sin confirmar que era quien decía ser, de salir sola de noche, porque no se podía, de ayudar a alguien.
Era chica, pero un solo recuerdo, muy confuso por momentos, muy oscuro porque me asusté, todavía está en mi mente.
Un grito, un auto que sale violentamente, y mi madre que mira por la ventana y me llama.
Ahí pareció quedar todo.
Pero años después, me empiezo a enterar y a conocer acerca de lo que sucedía. Atravesé toda mi infancia y parte de mi adolescencia por ése sistema negro, peligroso y horrible.
Doy gracias a ellos, a los que están y trabajan, y a los que no están, y que lamento profundamente que no estén, porque ellos hubieran hecho mucho bien en éstos días.
By Unknown, at 3:27 p. m.
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