Viviendo a pleno la virtualidad real

Hace algo más de diez años, cuando mi entonces flamante marido me mostró por primera vez la web, no me pareció algo demasiado interesante. Ambos pertenecíamos a la red Fido (vía modem telefónico) y ese mundo sí que era apasionante, el mundillo de las BBS con extraños personajes comunicados, al mejor estilo de los radioaficionados de unas décadas atrás.
Desde entonces, poco a poco, comprando en supermercados en línea, estudiando a distancia, y ahora enseñando y trabajando a distancia (hace ya seis años que no me falta trabajo en casa vía internet), en mi vida se fue dando vuelta esto de la "realidad virtual" para pasar a vivir una "virtualidad real" (aclaro que el término no es mío sino de M. Castells) en la que la web pertenece a mi vida creando realidades que luego se materializan en objetos (cuando compro en un supermercado en línea), dinero (cuando trabajo vía internet) o credenciales (cuando estudio a distancia por medio de la web).
Este último mes mi vida dio un giro más: tuve la oportunidad de conocer personalmente a mucha gente con la que intercambio diariamente mensajes por pertenecer a las mismas listas que yo. Conocí a Lata y a varios integrantes de Rededuca, a Bea Marin (de España, paseando por Argentina), a los integrantes de Gleducar, Solar y otras listas del mundo del software libre.
De pronto, en un corto lapso, pude comprobar que estas relaciones en apariencia poco profundas que puede establecerse mediante una lista agrupada por un tema en común, son en realidad muy poco superficiales, ya que con sólo acomodar el nick a esa nueva cara que se tiene enfrente, se reconoce en las palabras del otro ese compañero de todos los días a quien se conoce más que a muchos vecinos del mismo edificio.